Libro: El Castillo de mi Madre - Marcel Pagnol (Recuerdos de Infancia – Tomo 2) - Cité de libro

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viernes, 15 de enero de 2016

Libro: El Castillo de mi Madre - Marcel Pagnol (Recuerdos de Infancia – Tomo 2)

Continuando con los libros Souvenirs d’enfance (Recuerdos de infancia) de Marcel Pagnol, el segundo de ellos es Le château de ma mère (El Castillo de mi Madre) publicado en 1957.

Después de la “epopeya cinemática” contada en el primer tomo (La Gloria de mi Padre), Marcel ahora nos cuenta en este segundo tomo las acciones de buena voluntad del hombre que no siempre uno debe aceptar, sabiendo que esta acción no siempre puede ser entendido como tal, sino como un delito o falta.

Otro personaje que aparece en este libro es Lili, un niño de 8 años muy hábil en poner las trampas en el campo para atrapar a los animales. Lili conoce mejor que Marcel (9 años) la vida en el campo, Lili tiene un conocimiento de su medio, de las condiciones ambientales, de los horarios, de los lugares, de los animales, etc. Cada vez que Lili dice algo sobre sus experiencias de vida y sus técnicas de caza, Marcel se queda perplejo por su sabiduría de su nuevo y pequeño amigo.

Frente a naturaleza, el hombre de la ciudad es el salvaje nos dice Lili, porque la gente de la ciudad viene al campo no solo en excursión, sino también a robar los frutos de las plantas, ensucian las fuentes de agua. Incluso vienen a destruir o a cometer tragedias. “Evidentemente, las personas de la ciudad son peligrosas, porque ellos no saben…” dice el Padre de Marcel, a lo que Lili replica de esta manera: “Cuando no se sabe, es mejor quedarse en la casa”.

Los padres de Marcel ya habían planificado lo que harán cuando regresan a la ciudad. Marcel debe seguir el eslabón de la cadena del sistema, es decir prepararse para los exámenes, obtener sus diplomas, etc. Pero Marcel que ya había encontrado un sabor especial en el campo, a su amigo Lili le dice: “Si quieren forzarme a regresar a la ciudad, yo me dejare de morir de hambre. Por cierto, ya comencé: no comí nada esta mañana”. Esta confesión perturba a Lili, quien le ofrece algo que comer, pero Marcel no acepta. Luego él adiciona: “Mi decisión está tomada. Ellos no tienen más que irse, si eso les gusta. Yo me quedo aquí”.

 
El pequeño Marcel, decidido para quedarse, empieza a contar a Lili de cómo va vivir solo, como se alimentara, etc. en caso de quedarse en el campo. Toda una rica imaginación propia de los niños. Pero, Lili, no parecía tan convencido de lo que está diciendo, entonces Marcel un poco molesto le dice: “¡Esta claro que tu no lees jamás nada! ¡Mientras que yo, leí veintenas de libros! Y, puedo decirte que hay mucha gente que se las arregla muy bien en la selva virgen…. Y eso que, hay muchas arañas venenosas […] Mientras que aquí, no hay autóctonos, no hay animales salvajes…

Pero, el problema, según Lili era como pasar la noche. Para esto, Marcel también tiene respuesta. “Me haré una cama de baouco [hierba salvaje, ndlr], en el piso, en una esquina de la cueva. También es tan bien como un colchón….Y luego, te voy a enseñar que uno se habitúa a todo. Tu, naturalmente no conoces a Robinson Crusoé, pero yo, lo conozco muy bien…. Era un marino. Él sabía nadad como un pez, pero no sabía correr en absoluto, porque, en los barcos, no hay espacio… Y bien, cuando naufragó en una isla, al cabo de tres meses, ¡él corría tan rápido que atrapaba cabras salvajes!

¡Ho, ho!” dice Lili con fuerza, “¡a ese tipo, yo no lo conozco, pero a las cabras, los conozco! ¡Si él es el que contó eso, tu puedes estar seguro que es un buen mentiroso!

Así, otra vez se inicia otra conversación entre los dos niños.
Después, más tarde Marcel comprendió cómo había tomado tal decisión. Él dice esta magnífica frase:

Hasta la triste pubertad, el mundo de los niños no es la nuestra: ellos tienen el maravilloso don de la ubicuidad.
En otra parte de “El Castillo de mi madre”, Marcel, continuando con su plan, decide dejar una carta de despedida a su familia. En ella renunciaba a sus estudios y a todo para quedarse a vivir en el campo. La carta lo dejan en un lugar donde es fácilmente visible y, se embarca al encuentro de Lili que debe llevarme a otro lugar. Aquí inicia otra historia tierna de los dos niños.

Las vacaciones para los niños son como un regalo, sobre todo las más largas y, no las cortas por navidad. El padre de Marcel tenía que estar el lunes, porque él enseña en el colegio, eso significa regresar pronto, pero la mamá de Marcel, gracias a su relación con la esposa del Director del establecimiento, había logrado cambiar el horario a favor del padre de Marcel. Todo esto de manera secreta.

Entonces, allí nace la pregunta: ¿El papá de Marcel debía agradecer a su jefe, el Director? Si lo hace, sería reconocer que el Director cambio el horario de una institución pública para la comodidad de un profesor.

Para pasar un fin de semana en la casa de campo, cada sábado tenían que recoger más de 8 kilómetros a pie cargado de provisiones. En el camino se encontraron con Bouzigue, un responsable de la administración de los canales de agua que pasa por las propiedades privadas, entre ellas un Castillo. Bouzigue que era un ex alumno de Joseph (papá de Marcel), le dice que esta vez no harán el recorrido de siempre, sino que cruzaran las propiedades, para tal efecto él dispone de las llaves oficiales que abren las puertas.

La pregunta que Joseph le hace a Bouzigue: “¿Esto es perfectamente legal?” “Es a causa de tus funciones oficiales que tu tiene esa llave, y que tú tienes el derecho de pasar sobre los terrenos de otros. Pero, ¿Crees tú que nos está permitido seguirte?
La respuesta de Bouzigue: “¿Quién lo sabrá?
¡Ya ves! Porque tú crees que no nos verán, estas reconociendo tu culpabilidad”, dice Joseph.
¿Pero qué mal hacemos? Yo encontré mi instructor, y estoy orgulloso de mostrarle el lugar donde trabajo”, replica Bouzigue.


Entre discusiones, Joseph y su familia lograr aceptar la proposición de Bouzigue. Y, lo que pasa después, es otra historia mucho más rica, porque ya abarca otros temas sobre el comportamiento del hombre (agresión, mentira, chantaje, poder, etc.).

Esos canales, fueron de su infancia de Marcel por donde cruzaba durante sus vacaciones, después de muchos años Marcel regresó a estos lugares. “Fue entonces cuando vi a través de la valla, por encima de los plátanos lejanos que reconocí el horrible Castillo, el del miedo, el del miedo de mi madre”. 

Se los recomiendo leer este libro. Leer lo que dice el personaje Marcel, en realidad es como estar escuchando a un niño.

Libro : Marcel Pagnol, Le château de ma mèreCollection Fortunio, éditions de Fallois, 1988, París.

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